Durante un largo periodo en el siglo XX prevaleció en el mundo del arte un lenguaje no imitativo, pero esto no supuso la renuncia al empleo de la figuración. Por otra parte, tras la apoteosis del proceso de desmaterialización que sufrió el arte durante los últimos años de la década de los sesenta, era necesario un retorno a la pintura. La obra de los representantes del Hiperrealismo es una clara plasmación de este proceso.
En muchas ocasiones los hiperrealistas emplean la cámara fotográfica como un medio auxiliar, no indispensable.
En España sobresale un grupo de artistas de Madrid: Antonio López García, Julio L. Hernández, Francisco López e Isabel Quintanilla. Suelen tratar temas relativos a la cotidianidad. Se ha dicho también que su obra conecta en ciertos aspectos con el Realismo Mágico.
Antonio López (1936) es el que ha realizado una obra más significativa. Su trabajo al óleo, con veladuras y transparencias, es tan perfecto que le permite captar y representar con enorme precisión las diferentes calidades de los materiales. Destaca también su trabajo como escultor.
La nueva Figuración de Francis Bacon
Su pintura figurativa tiene un carácter muy individual y emplea una de las técnicas más tradicionales, la pintura al óleo lo que hace que su obra sea un caso aislado dentro del arte del siglo XX. En su obra se perciben influencias del Surrealismo y la pintura abstracta pero no puede situarse dentro de estas dos tendencias.
Francis Bacon no pintaba partiendo de la figura real de un determinado personaje, sino que su fuente de información provenía de diversas fotografías en las que aparecía la persona que le servía de modelo para el cuadro. A pesar de ello su obra no tiene nada en común con la obra de los hiperrealistas, en Bacon la distorsión de la figura humana predomina obsesivamente y jamás tuvo la intención de captar imágenes dotadas de verismo.
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